Mina El Hammani, actriz: “Nunca fui al cine con mis padres” | Cultura
Transparente, lúcida, luchadora… Mina El Hammani (Madrid, 30 años) es una actriz de carácter que logró un sueño imposible en medio de las aspiraciones de una familia de inmigrantes marroquíes. Desde pequeña vivió las consecuencias de un fenómeno global como Élite, antes de ser elegida para El Príncipe, fue policía en Servir y Proteger y ahora es espía en Raqa, de Gerardo Herrero, un thriller basado en la novela de Tomás Bárbulo Vírgenes y verdugos, sobre el fanatismo, el caos global y la ley mercenaria que rige en Medio Oriente.
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Para preguntar. Leí que hubo un tiempo en el que le daban miedo las entrevistas, espero que haya pasado.
Para responder. Sí, lo hice, pero se me pasó por alto por completo.
P. ¿Cómo?
R. Con madurez, experiencia y sin importarle el qué digan.
P. A los 30, ¿has madurado o estás madurando?
R. Estoy aprendiendo de las situaciones que se viven, en mi caso, con la Élite, experimenté el hecho de saber ponerme frente a un fenómeno que era un fenómeno global.
P. ¿Una prueba para cabezas más frías?
R. Sí, porque la gente muchas veces se imagina lo que eres y luchar contra eso puede ser devastador.
P. ¿Qué crees que piensa la gente de ti? ¿Te molesta que te vean más como un personaje concreto que como una persona?
R. La gente da por sentado algunas cosas, irrealidades, y eso hace que yo no me sienta una persona, sino una figura de barro que cualquiera puede tocar para modificar la forma a su gusto. Nadie te prepara para esto.
P. ¿No existen hoy en día dos disciplinas en las escuelas de interpretación: una para afrontar la fama y otra para aceptar el fracaso?
R. No. Y deberían hacerlo. Completamente. Les advierto a mis amigos. El hecho de que conozcas a alguien y te diga, sé quién eres y ni siquiera te dejen presentarte, ay, hombre, para mí, es trágico.
Mina El Hammani, el 11 de noviembre en el Hotel Urso de Madrid. Pablo Monge
P. Preséntate, ¿quién eres?
R. Mi nombre es Mina y estoy orgullosa de mi familia. Soy hija de inmigrantes que no tienen nada que ver con la cultura. Nunca fui al cine con mis padres, jamás. Para mí esto es muy bueno, te pone los pies en la tierra.
P. ¿Cómo llegaron tus padres a España?
R. Mi padre entró ilegalmente, no se iba a quedar aquí, tenía pensado irse a Francia y trabajó en la construcción toda su vida. Mi madre entró legalmente, sin embargo, y se conocieron aquí. Ambos me enseñaron que la vida es esfuerzo, trabajo y que nadie llamará a tu puerta y te ofrecerá mil euros.
P. También había que buscarse una vida. Pero logró ser actriz, aunque no iba al cine con sus padres…
R. Sí, desde que tenía siete años. Mi madre me dijo que podía ser lo que quisiera con trabajo y sacrificio, eso es muy marroquí. Lo aprecio mucho, porque lo he conservado desde que era niño.
P. No sé si las mujeres, en un ambiente musulmán, tendrán las cosas más complicadas…
R. Depende… Fui criado como musulmán. Mis padres siempre confiaron en mí, aunque mi plan no importó mucho porque Mina se mantuvo callada. Al principio, cuando dije que quería ser actriz, había miedo, desconfianza, pero mi familia, como yo manejaba las cosas y no pedí apoyo económico, caminando mi camino honestamente, sin poner piedras en el camino de nadie, con Confiaban en esta solidez. Para mí esto es un motivo de orgullo. Tienes que buscar el momento y el lugar para que te escuchen.
P. ¿Entonces entendiste bien que quería ser actriz?
R. Mi madre entendió, pero le resultó difícil. “A ver si vas a tener que besar a un chico”, me dijo, cosas así. Mi padre estaba muy orgulloso, pero hay cosas que no veían. Yo era fanático de Serve and Protect, pero Elite no lo vio. Lo sé. Mi hermana lo ha visto todo y es muy crítica. Le encantaba Raqa, me dijo que era la primera vez que me veía interpretar a alguien diferente a mí.
P. Hablando de Raqa… Todo es mucho más caótico desde las estructuras de quién debería controlar la situación, ¿estamos a expensas de los mercenarios?
R. Por supuesto, ese descontrol también viene de la manipulación a la que estamos sometidos. Eso es lo que más me llama la atención del proyecto, que es lo que cuenta. Cómo nos manipulan la política y también el amor, como ocurre con las jóvenes musulmanas que acaban en el califato. Este caos acaba haciéndonos confiar incluso en los monstruos.
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