“La sociedad de la nieve”: Alfredo Cibils, el hombre que convenció a Numa Turcatti, protagonista de la película sobre la tragedia de los Andes, para viajar a Chile, pero luego no subió al avión

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El actor uruguayo Enzo Vogrincic protagoniza la película “La sociedad de la nieve” como Numa Turcatti.

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“¡Alfredo! ¡Dicen por la radio que estrellaste un avión en los Andes!”

El portero del edificio donde Alfredo Cibils vivía con sus padres en Montevideo se sorprendió al verlo ingresar ese viernes 13 de octubre, pues minutos antes se había enterado que era uno de los pasajeros del vuelo 571 que se dirigía a Santiago de Chile y había sufrido un accidente.

Alfredo estaba en la lista de pasajeros del avión Fairchild de la Fuerza Aérea Uruguaya que había partido el 12 de octubre de 1972 con destino a Chile, el cual debía aterrizar en Mendoza, Argentina, porque las condiciones climáticas no eran las adecuadas para cruzar la Cordillera de los Andes, y que el Al día siguiente despegó hacia Santiago pero chocó contra las montañas.

Siete horas antes de salir de Montevideo, Alfredo decidió no abordar ese avión.

Su mejor amigo, Numa Turcatti, viajó y su personaje, interpretado por el actor uruguayo Enzo Vogrincic, es el protagonista de la película “La sociedad de la nieve”, nominada al Oscar a la mejor película internacional y al mejor maquillaje y peluquería.

Un fin de semana planeado para la diversión

Era octubre de 1972 y Alfredo Cibils insistió para que Numa Turcatti viajara a Santiago invitado por otro amigo en común, Gastón Costemalle, quien iba a jugar un partido de rugby con su equipo Old Christians en la capital chilena.

Ambos tenían 24 años, eran solteros y Alfredo había partido nueve meses antes en ese mismo avión de la Fuerza Aérea Uruguaya -que vendía servicios chárter- junto a otro grupo vinculado a un club de fútbol amateur.

En este viaje conoció a jóvenes chilenas y guardó sus números de teléfono. Su idea ahora era replicar ese viaje de fiestas y jolgorio con sus tres amigos, Gastón Costemalle, Alfredo “Pancho” Delgado y, principalmente, Numa, ya que los dos primeros estaban saliendo.

fuente de la imagen, Raúl Zorrilla de San Martín

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Numa Turcatti (segundo desde la izquierda) con el grupo de amigos con los que formó el Loyola Fútbol Club.

Pero Numa no quería ir. Era una persona hogareña, no le gustaba mucho salir y no le entusiasmaba la idea de viajar.

Sus intereses eran el fútbol -jugar de delantero con la camiseta número 7 en la espalda en la Liga Universitaria o ver al Nacional, el club de sus amores, desde las gradas del Estadio Centenário- y los estudios: quería formarse como abogado.

“Era un tipo con un corazón enorme y una fuerza física enorme”, recuerda Alfredo en conversación con BBC Mundo.

Su vinculación con el fútbol fue un legado familiar. Su abuelo materno, Numa Pesquera, había sido presidente de Nacional y para los Juegos Olímpicos de París de 1924 firmó un cheque en blanco para que pudiera asistir la selección uruguaya de fútbol -que luego ganó la medalla de oro-.

“No tengo manga (peso)”, le dijo Numa a Alfredo como excusa.

“Pregúntale a tu padre, a tu madre”, respondió Alfredo, quien conocía la buena historia económica de la familia y argumentó que Chile era muy barato.

Además, Numa era muy humilde y tímido, especialmente con las mujeres, por lo que la idea de ir a fiestas y conocer chicas tampoco le seducía del todo.

Un joven dedicado al fútbol y a los estudios

Numa Turcatti era un hombre de piel blanca, poco menos de seis pies de altura, musculoso, con el pelo negro recogido en rulos que le obligaban a peinarse con gel para alisarlo y así lucir la raya al lado como manda la moda, y un espeso bigote.

Un bigote que, ante la imposibilidad natural y técnica de que Vogrincic lo tuviera en la película, se lo regaló Alfredo, que nunca se lo había dejado crecer en su vida, para representar la época.

Tenía cuatro hermanos, uno de ellos gemelo, y vivía con sus padres, Isabel Pesquera (“Tota”) y Gastón Turcatti, en una casa de tres pisos en un barrio residencial de la capital uruguaya.

Conoció a Alfredo Cibils y Gastón Costemalle a los 15 años en el aula del Seminario Jesuita, y junto a Pancho Delgado -con quien compartió clases desde los seis años- formaron un grupo cercano de amigos, estudios y aventuras.

Posteriormente, los cuatro entraron juntos a la Facultad de Derecho de la universidad y la casa Turcatti -la fachada y la entrada de la casa que aparecen en la película son de la casa real donde vivía Numa- fue su punto de encuentro habitual.

Allí se reunían desde las 8 de la mañana, con mate preparado y cigarrillos en mitad de la mesa, para estudiar.

Al mismo tiempo, Numa, Alfredo y Pancho formaron un equipo de fútbol entre los exalumnos del Seminario de su generación y lo llamaron Loyola Fútbol Club, en referencia a San Ignacio de Loyola, fundador de la congregación jesuita.

Jugaban los domingos por la mañana y los martes, al caer la noche, Numa y Alfredo acudían a las reuniones de la liga deportiva como representantes del equipo para coordinar la próxima fecha, los partidos a disputar y las canchas a jugar.

Loyola también incluyó a Arturo Nogueira, Julio Martínez Lamas y José Luis Inciarte, quienes formaron parte del grupo viajero a Chile.

fuente de la imagen, Raúl Zorrilla de San Martín

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Alfredo “Pancho” Delgado, Alfredo Cibils y Numa Turcatti en una cena del club Loyola a mediados de 1972.

El examen que se interpuso en el viaje

La insistencia de Alfredo de que fuera a pasar ese fin de semana largo a Chile terminó por convencer a Numa.

-Mira, hablé con mamá y me dijo que sí.

Pero un obstáculo se interpuso en el camino.

Alfredo debía rendir un examen universitario el miércoles 11 de octubre a las 14 horas y el avión a Santiago salió el jueves 12 a las 6 de la mañana.

Cuando llegó a la universidad descubrió que la prueba había sido pospuesta debido a una huelga estudiantil de 24 horas. En 1972, en Uruguay, el ambiente social era convulso y faltaban pocos meses para que se produjera un golpe de Estado.

Alfredo había llamado a los tres amigos a su casa a las 5 de la tarde para mostrarles los lugares donde podían salir por la noche y las fotos que había tomado en su viaje a Chile en enero.

“En aquella época las diapositivas estaban muy de moda. Me tomé varias fotos con chicas chilenas: morenas, rubias… había de todo”, le dijo Alfredo a BBC Mundo.

En cambio, debería haber dado las malas noticias. Tuvo que quedarse para el examen.

A Pancho Delgado se le ocurrió llamar al profesor, que era buen amigo del tío de Alfredo, y explicarle que iba a viajar a Chile a ver si podía hacer algo.

Buscó el número en el directorio y marcó. Al otro lado del tubo, la profesora respondió y rápidamente accedió a dejarme hacer el examen la semana siguiente.

“Hice mi bolso, me fui a dormir, pero seguía pensando: 'Estoy inconsciente, tengo el examen pronto (listo), ¿cómo llego a Chile?'”, se preguntó.

“Pancho y Gastón me dijeron: 'Pero la inspección la haces en el avión'. Y me acordé del avión, fue una alegría, fue muy divertido. ¡Qué vas a estudiar en el avión! Luego en Chile te acuestas tarde, bebes pisco todo el día, era una vida loca”.

“Entonces, a las 11 de la noche fui al cuarto de mis padres, toqué la puerta y les dije: 'No se preocupen, miren, no es que me quedé dormido, es que no voy a Chile'. “

Luego llamó a la madre de Costemalle, que vivía a la vuelta de su casa, e irían juntas al aeropuerto.

“Dile que por favor no me atrape porque no lo haré. Y por favor no les digas nada a Pancho y a Numa hasta que estén en el aeropuerto, porque me pueden venir a buscar”.

Los últimos en morir en los Andes

fuente de la imagen, Raúl Zorrilla de San Martín

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Numa Turcatti (segundo ángulo inferior izquierdo) era un apasionado del fútbol, ​​tanto del equipo en el que jugaba como del Nacional, del que era hincha.

Numa Turcatti murió el 11 de diciembre de 1972 en la cordillera de los Andes, luego de pasar 59 días en la montaña helada. Intentó encontrar la salida en dos incursiones, y en la segunda se desmoralizó al ver lo imposible que era, según el libro “La sociedad de la nieve”, de Pablo Vierci.

En cualquier caso, fue fundamental sacar a los compañeros cubiertos de nieve el día que pasó una avalancha.

Después de eso, Numa prácticamente nunca abandonó el avión.

Le desarrollaron úlceras en la espalda llenas de pus y luego contrajo septicemia, una infección generalizada.

Dejó escrita en un papel una frase del Evangelio según san Juan: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”.

Numa fue el último en morir en la montaña y su muerte llevó a Roberto Canessa, Fernando Parrado y Antonio Vizintín a partir al día siguiente hacia Chile en busca de la salvación.

De las 45 personas que viajaron, 16 sobrevivieron. Pancho Delgado fue uno de ellos.

Gastón Costemalle salió expulsado de la avioneta luego de que la cola se desprendió al impactar contra la montaña. También fallecieron Julio Martínez Lamas y Arturo Nogueira. José Luis Inciarte sobrevivió.

En honor a su muerte, Alfredo Cibils propuso cambiar el nombre del Loyola Fútbol Club a Numa Turcatti, y desde entonces lleva su nombre.

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