La Reina Sofía se atreve a lucir una sofisticada chaqueta brillante para presidir los Premios BMW de Pintura

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La reina Sofía (85 años) sigue imparable con su agenda de compromisos. Hoy ha sido un poco más especial porque se trata de un acto que preside la madre de Felipe VI (55 años) desde hace más de tres décadas: los Premios BMW de Pintura, celebrados en el Teatro Real de Madrid. Premios que supieron valorar las innovaciones y los talentos artísticos, adaptándose a los nuevos tiempos. Además, se realizó un concierto a beneficio de la Fundación “Mundo em Harmonia”.

Un ejemplo es que, por segundo año, agregaron la categoría Arte Digital, área que no estaba incluida hace unos años. Y por si eso no lo hace ya suficientemente especial, la ex monarca de España apareció acompañada de su hermana menor, Irene de Grecia, una de las personas más cercanas a ella y que ha preocupado mucho a la reina por sufrir de olvido.

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Se trata de su segunda reaparición tras la vorágine de acontecimientos en los que se ha visto envuelta su nieta, la princesa Leonor (18 años). Hace una semana la vimos en la inauguración del X Congreso Nacional de Alzheimer, donde se mostró mucho más emocionada que en presentaciones anteriores. Para la ocasión optó por un moderno traje de raya diplomática, ideal para mujeres mayores de 60 años. Hoy volvió a elegir un traje de dos piezas, pero se atrevió con un sofisticado diseño en azul Klein confeccionado en tejido satinado brillante. Este elemento tan original marcó la diferencia y deslumbró a los participantes por su elegancia y modernidad.

Además, las solapas negras del cuello contrastaban perfectamente con el tono azul. El pantalón, como muchos de los que lleva, se caracteriza por ser ancho, fluido y recto. Para completar el look, la abuela de la infanta Sofía eligió sus tacones favoritos y un collar de perlas.

El reencuentro de la Reina Sofía con Antonio López

Estos premios seleccionaron las mejores obras entre las 1.500 pinturas presentadas. Una decisión tomada por un jurado formado por reconocidos expertos del mundo del arte. Esto le dio a su hermana Irene la oportunidad de entrar en contacto con el arte actual. Pero no sólo eso. Y la reina pudo reencontrarse con el pintor y escultor hiperrealista Antonio López.

La historia entre la reina emérita y el artista es vieja. En 1994, López inició el retrato ‘La Familia de Juan Carlos I’, un cuadro por encargo de Patrimonio Nacional en el que aparecía la familia real: el rey emérito, la reina Sofía, el entonces Príncipe de Asturias Felipe y las infantas Elena y Cristina. Una obra que Antonio tardó veinte años en completar, incluyendo numerosos retratos y estudios del artista.

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Y no es de extrañar, ya que se trata del lienzo más grande pintado por el artista hasta la fecha. El cuadro fue el protagonista de la exposición ‘El retrato de las colecciones reales’. Esta historia hizo que António y la Reina Sofía crearan una bonita amistad que ha perdurado a lo largo de los años. Fue hoy cuando ambos se reencontraron, entre sonrisas y gestos de admiración.

El profundo dolor de la Reina Sofía

Faltaban apenas unos días para que su nieta Leonor asumiera la Constitución cuando la Reina Sofía nos regaló una imagen que jamás hubiésemos imaginado. La madre de la infanta Elena se puso a llorar durante la entrega del premio de rector honorífico vitalicio de la Universidad Camilo José Cela. El detonante fue la presencia de Emilio Lora-Tamayo, físico y expresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas con quien la reina mantiene una gran amistad. Con el rostro demacrado y secándose las lágrimas, la reina parecía, por primera vez, vulnerable ante el público que la observaba.

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Un gesto de dolor y tristeza que nunca antes habíamos visto en ella. Algo insólito en toda la historia de sus actos y compromisos reales. A pesar de haber defendido temas muy difíciles, la reina nunca pareció desesperada ni triste. Ni siquiera cuando su familia estuvo en el foco mediático debido a duras polémicas la monarca se mantuvo serena y tranquila. Por ejemplo, la acusación del marido de su hija Cristina y su declaración ante el tribunal o el tenso momento en la catedral de Mallorca entre ella y Letizia no provocaron ninguna reacción triste.

La verdad es que ha sido un año de mucho dolor para la madre de Felipe. El núcleo duro de Sofía ha comenzado a desintegrarse: Constantino, Irene y ella ya no son una entidad indivisible. Todo empezó con la muerte de Constantino en enero de 2023. La primera pieza que rompió un engranaje creado a partir de una infancia en el exilio y en constantes cambios. Y después llegó la mala noticia de que Irene, la hermana menor de la reina, padecía olvido. Un hecho que deja a la Reina Sofía sola y sin el refugio que siempre han representado sus hermanos.

La Reina Sofía, más feliz tras un año de gran tristeza

Pese a ello, en sus últimas apariciones la esposa del rey emérito se ha mostrado más vivaz y receptiva. ¿Qué causó este cambio? Parece obvio que la reunión de todos sus hijos y casi todos sus nietos el pasado 31 de octubre para la fiesta privada de cumpleaños de Leonor animó visiblemente la actitud de Sofía. Para algunos puede ser un reencuentro un tanto incómodo, pero para ella fue el evento que llevaba esperando mucho tiempo.

Además, unos días después volvió a tener lugar una reunión familiar que hizo las delicias del monarca. En su 85 cumpleaños pudo reunir a sus hijos y nietos en el Palacio de la Zarzuela. La infanta Elena y el rey Felipe llegaron casi al mismo tiempo, demostrando que los hermanos habían logrado un acercamiento tras la polémica que unía al rey emérito y que supuestamente distanciaba a los hermanos. Algunos de sus nietos, como Irene o la Infanta Sofía, vinieron a celebrar el año extra. Uno de ellos fue Pablo Urdangarin quien no pudo estar presente en la fiesta de su prima, pero no dudó en estar al lado de su abuela.

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