La Lady Crooner peruana: Lita Branda, la hermana de Melcochita que brilló en la primera orquesta femenina del Perú | Pablo Villanueva | Salsa | LUCES

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En aquellos tiempos de los años 40, algunos artistas bohemios amenizaban las tardes en el callejón con guitarra y batería. La fiesta se llenó de cerveza y baile, hasta que la diversión se disipó o el callejón hizo honor a su nombre iniciando una pelea. Al borde de la puerta falsa, los hijos de Nicolás y Constanza -la mayor Balvina (Lina Branda) y Miguel Cipriano (Cheverín), y la menor Juana de Dios (Lita Branda) y Pablo (Melcochita)-, quienes siempre huyeron hacia el Callejón para hacer travesuras, escucharon y presenciaron las festividades de las que, años después, no sólo serían partícipes, sino también creadores.

Lita Branda compartió con su hermano Melcochita el disco “Con Sabor: Lita Branda y Melcochita”, junto a José Mangual Jr. y su Conjunto, una producción muy importante que cuenta con el apoyo de grandes músicos de la escena neoyorquina y grandes arreglistas. (Foto: Archivo Lita Branda)

Sería por influencia de Miguel Cipriano que la pequeña y menuda Juana de Dios desarrollaría un gusto incontenible por la percusión. A los siete años, el bongó se convirtió en su lenguaje, que iría evolucionando golpe a golpe, y que tendría sus primeros conciertos en cenas familiares, donde al ritmo de botellas, platos y cubiertos -acompañados de las bromas de Melcochita y Constanza-, el La familia Villanueva pasaba tardes y noches.

“A mi padre le gustaba la música clásica, mi madre tenía un ritmo más movido de sus antepasados ​​cubanos. Incluso me puso en ballet pensando que lo superaría, pero eso no sucedió. Di mi primer paso en la música tropical y, junto a mis talentosos hermanos, salimos adelante”, recuerda Lita Branda, quien ahora vive en Maryland, Estados Unidos.

Mujeres al ritmo de la salsa

En esos años Lima tenía una configuración diferente. Las calles del Centro fusionaron una rica herencia colonial con las influencias modernas de la época, mientras los barrios periféricos comenzaron a redefinir la expansión urbana. Durante la noche recuerda a Lita Branda, la ciudad transformada en una pequeña Nueva York, con la Plaza San Martín como epicentro de su vibrante vida nocturna. A pocos metros de la plaza se encontraban lugares emblemáticos como Negro Negro, Grill Bolívar y Embaixada, donde Cheverín, maestro de la percusión, acompañaba con su ritmo a los bailarines locales.

Unos años antes del siguiente paso de Lita Branda, Domitila Sánchez sentaría un precedente en el país al crear la primera orquesta femenina del país, Danila y sus Magnificas, compuesta exclusivamente por mujeres apasionadas por la música tropical. Ya consolidados como uno de los grupos más cotizados de Lima, el grupo se presentó en el club Embassy, ​​ubicado en Jirón Carabaya 815. Fue allí que, luego de hablar con Cheverín, incluyeron a Lita Branda, entonces de 17 años, en el orquesta como percusionista y coros, marcando el inicio de una carrera llena de ritmo y talento.

Lita Branda a los 17 años con la famosa actriz mexicana Evangelina Alizondo y su hermano mayor Cheverin como acompañante. (Foto: Archivo Lita Branda)

“Mi padre decía que tocar la percusión era cosa de hombres, no quería que yo hiciera eso. Recuerdo nuestras primeras presentaciones, donde la gente nos miraba con asombro, incredulidad y algo de entusiasmo por lo nuevo”, dice Branda, quien, a pesar del éxito, todavía recuerda ciertos prejuicios. “Una vez un hombre se me acercó y me dijo: '¡Qué hermosa eres! Es una pena que no te gusten los hombres. Simplemente me sonrojé y me fui, pero ese tipo de cosas hizo que algunas chicas de la orquesta quisieran irse y dejar de tocar la percusión”.

La orquesta estaba integrada por tres menores, entre ellos Branda, que estaba a cargo de Cheverín, y otros tres integrantes que luego aumentarían a ocho. La Embajada se convertiría en uno de los lugares más memorables para la joven artista, quien en esta etapa viviría un elemento que cambiaría su carrera: su voz.

“La integrante más antigua del grupo y voz principal de la orquesta, Rita Sáenz, se quedó ronca. Entonces Domitila me dijo que debía reemplazarla y convertirme en su reemplazo. En aquella época las cantantes se llamaban 'Lady Crooner' y yo tenía que asumir ese rol”, recuerda Branda, quien pronto dejaría el grupo por ser menor de edad.

ir al extranjero

“Mi madre es trabajadora, pasa horas en el mercado y se suicidó haciendo su trabajo. Tengo que sacar a mi mamá de esta vida'”, pensó Lita Branda al momento de decidir dar un gran paso. Gracias a su hermano Melcochita participó en una prueba frente a Alberto Beltrán y Celia Cruz, quienes decidirían su ingreso como cantante al sello MAG.

En la prueba, primero soltó un “¡Ay, na'ma'!” —expresión popular cubana que luego utilizaría en casi todas sus grabaciones—, seguido de un juego de tonos altos y bajos. Sin embargo, de repente sintió la garganta seca. Aún así, continuó hasta el final de la canción. Luego de un momento de silencio y bajo la mirada de los veteranos artistas, se escuchó la voz de Célia Cruz decir: “La niña tiene futuro porque tiene su propio estilo”.

Luego de su paso por MAG, Branda firmó con Rádio Sono, donde grabó temas como “Cumbia que te vas de ronda” con Eulogio Molina, un éxito rotundo. También colaboró ​​con la McCann Erickson Corporation, una empresa comercial estadounidense, gracias a una conexión con el pianista argentino Enrique Lynch. “Me contactó porque, además de cantar, también escribía canciones. Esto me llevó a crear comerciales para Coca Cola y también para Pepsi con el tema 'Hasta la próxima Pepsi'”, dice Branda.

En cuanto al apodo de “Salsa Tigresa”, el artista Roberto Torres le puso el apodo por su agresividad al tocar la percusión, algo que contrastaba con su vida personal donde era tímida. (Foto: Archivo Lita Branda)

En 1961, Lita Branda regresó al icónico Embassy Club, donde trabajó hasta 1965, consolidando su talento en un escenario que vibraba con la música tropical. Ese mismo año, de la mano de Tito Contreras, su compañero en Sonora Sensación, dio el salto a Nueva York, donde actuó en escenarios que parecían inalcanzables desde su partida a Lima. Su carrera floreció en Estados Unidos, donde compartió escenario con grandes figuras de la salsa como Eddie Palmieri, Héctor Lavoe –quien la presentó por primera vez como “la princesa de la salsa”–, Celia Cruz, Johnny Pacheco y otros integrantes de la legendaria Fania.

Aunque Branda ha tenido momentos inolvidables en la Gran Manzana, su corazón siempre ha estado en el Perú. “Mis momentos más felices fueron con mi familia, mis amigos, mi gente. Por eso siempre volvía a ver a mi madre y a pasear por el centro”, recuerda. Entre sus logros más cautivadores está su participación en el Festival de Martinica, donde fue recibida como una estrella: miles de personas la esperaban en el aeropuerto y su concierto reunió a más de 50 mil participantes. “Fue como vivir el sueño de un gran cantante, algo que nunca imaginé, pero que viví en medio de los aplausos y el cariño del público contenido por un solo guardia de seguridad”, confiesa entre risas.

Con una carrera llena de éxitos, que incluye reconocidos álbumes, composiciones y proyectos, Lita Branda dejó una huella imborrable en la música tropical. Su legado está inmortalizado en la Salsa Museum Gallery de Nueva York. Hoy, después de años de éxito, descansa de aquellos días de giras y presentaciones, pero su espíritu artístico sigue vivo en proyectos como “La Primera Familia de la Salsa” (2004), un homenaje que resalta los aportes de los Villanueva, una familia con muchas historias aún por contar.

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