UN SUEÑO HECHO REALIDAD: LA BODA DE ALEJANDRA Y ALEJANDRO
Alejandra siempre imaginó su boda como una manifestación de su personalidad única. La idea de un evento sencillo, pero conectado a sus valores y su estilo de vida, era lo que más anhelaba. Al llegar su gran día, cada elemento pareció fluir de manera natural, reflejando su historia y lo que realmente deseaba compartir con sus seres queridos.
UN VESTIDO QUE HABLE DE UNA MISMA
El vestido de matrimonio de Alejandra no fue simplemente una prenda, sino una extensión de su ser. Desde el primer vistazo, se enamoró del vestido Manhattan, diseñado por Alejandra Valero. Su elección fue clara: buscaba algo romántico y bohemio, evitando el estilo clásico que esperaría de una novia. La pieza que eligió estaba llena de sutilezas, con bordados a mano y un aire vintage que la hacía única y personal.
Durante las pruebas del vestido, la conexión con el diseño fue inmediata. Un detalle importante fue que Alejandra no necesitó hacer grandes cambios al vestido; simplemente encajaba con su visión. El diseño era convertible, lo que le permitía adaptarlo para la celebración, aunque finalmente decidió mantenerlo durante toda la fiesta, disfrutando de cada momento.
COMPLEMENTOS QUE NARRAN UNA HISTORIA
Los complementos de Alejandra fueron igualmente significativos. Su velo, también hecho por Valero, combinaba tul bordado y pedrería, aportando un aire bohemio a su look. Además, lució unos aretes antiguos prestados por la madre de su mejor amiga, lo que hizo que dicha joya fuese aún más especial.
En cuanto a los zapatos, la comodidad fue clave. Después de empezar el día con unos elegantes, no dudó en cambiar a sus Converse vintage favorita, mostrando así su autenticidad y confort. El ramo, elaborado por Blanca Marín de Heredia, fue una mezcla vibrante de flores silvestres que encarnaban su personalidad alegre y desinhibida.
UN AMOR QUE FLORECÍA
La historia de amor entre Alejandra y Alejandro se inició de manera casual, a través de amigos en común. Desde su primer encuentro, Alejandra sintió que había encontrado a su futuro esposo. Diez meses después, se comprometieron de forma espontánea, lo que reafirmó su conexión.
UNA CEREMONIA ÍNTIMA Y CÁLIDA
Alejandra y Alejandro se casaron en una pintoresca iglesia en Cifuentes, Guadalajara. La ceremonia fue pensada para ser un reflejo de cercanía y familiaridad. La decoración fue sencilla, utilizando flores y objetos que representaban su hogar y su historia compartida.
La elección de una celebración íntima fue intencional. “Queríamos sentirnos como en casa”, explicó Alejandra, lo que enriqueció aún más la experiencia.
UNA CELEBRACIÓN CON PERSONALIDAD
La celebración no fue orquestada por un organizador de bodas profesional, sino por amigos que colaboraron para crear una atmósfera mágica. La música tuvo un papel protagónico cuando un invitado especial llegó inesperadamente para cantarles una canción significativa: “Dios está en la mirada de tus ojos”.
El catering se adaptó perfectamente al estilo relajado y familiar de la celebración y fue todo un éxito.
EL MENSAJE DE ALEJANDRA
Alejandra subrayó que lo más importante de esa jornada fue el amor presente en cada rincón. “No necesitas que tu boda sea un espectáculo; simplemente conéctate con los que amas”, reflexionó. También aconsejó a quienes planean su boda a ser fieles a sí mismos y a lo que desean.
La esencia de su historia dejó claro que, a veces, lo más memorable no es lo más ostentoso, sino lo que realmente representa la conexión entre las personas.
Al final, Alejandra se sintió feliz de haber celebrado su amor de una manera que resonaba plenamente con su propia identidad.
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