Luis Miguélez, músico: “Dijimos maricones, pero también teníamos cultura” | ICONO

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Luis Miguélez, solista del Estúdio Miguelez.Mista

El final de 2024 sorprendió a Luis Miguélez (Bembibre, León, 61 años) en Madrid, ciudad en la que desarrolló gran parte de su carrera musical. Y esto ya es un acontecimiento, porque, aunque vive desde hace años en Berlín, Miguélez es un nombre sin el cual no se puede entender gran parte de la música española de las últimas décadas. Fue miembro de Alaska y Dinarama, compositor de éxitos para varios artistas y creado por McNamara, el efímero grupo cuyo único álbum, que celebrará su 25º aniversario el próximo año, goza de un estatus de culto único en la industria. Su nuevo proyecto es el primero que lleva claramente su apellido. “Tenía una carrera muy dispersa, entonces quería mantener esa identidad como solista”, explica. “No me vi con un seudónimo, como Alice Cooper o Marilyn Manson y creé The Miguelez, como The Smiths. Además suena como en español. Quiero decir, es lo mío.”

Esbelto, de pelo corto y rubio, impecablemente peinado con la elegancia de un rockero clásico, vestido con camiseta negra y chaqueta de raso, Miguélez se encuentra en una gran forma física, mental y musical. De hecho, en una época en la que otros artistas se esconden tras los filtros de producciones sofisticadas (cabe recordar que Cher lanzó el autotune con cincuenta años), Miguélez optó por una suerte de vuelta a sus raíces. Y en el origen de todo está la guitarra, su desnudez y su fuerza. “A principios de este año quería redescubrir la música nuevamente. La vida me hizo alejarme de la música personal y profesionalmente, pero una vez resuelta esa crisis quise afrontar la madurez, la era senior. Y la música es mi vida y lo que me hace feliz”. Su primer EP, Rare Things, que ya interpretó en directo con el baterista Jota Ele y el bajista Tony Punk, vuelve al esqueleto de las canciones. Y este es también un cambio para Miguélez, que abrazó con entusiasmo la electrónica y las nuevas tecnologías. “Empecé a componer canciones en el ordenador, con ritmos electrónicos, pero no me satisfacía mucho”, recuerda. “Y tal vez sea una estupidez, pero pensé que quería volver a mi adolescencia, reunirme con amigos para jugar y divertirme. Recuperar ese espíritu, componer canciones y llevarlas a un sonido más acústico. Y fíjate que siempre he trabajado con ritmos electrónicos. Pero ahora quiero ser contrario”.

Luis Miguélez, Jota Ele y Tony Punk, miembros de The Miguelez.Mista Studio

Rare Things incluye seis canciones que regresan a un imaginario fiestero y hedonista y reivindican la exuberancia lingüística de un hombre que, a lo largo de su carrera, creó auténticos memes vocales. Pero sus primeras actuaciones en directo incluyeron pequeñas sorpresas: versiones acústicas de himnos de Rockstation, el disco manifiesto que firmó como McNamara con Fabio McNamara, como Gritando amor, Freak show o Boogie Movie. Pero también una nueva versión de Ni tú ni nadie más, el clásico absoluto de Alaska y Dinarama que ya cumple 40 años. “Miguelez me permite tocar en vivo canciones de mi carrera, tocándolas con tres músicos”, explica. “Al principio me parecía un poco raro, pero ahora la verdad es que me pone cachonda”.

¿Representar en directo clásicos de proyectos anteriores, además de un reencuentro con la vida, también es una forma de desahogarse? Por un lado es una forma de presumir, por otro es decir que estoy aquí y estuve aquí, me hayan ignorado o no, lo cual tampoco ha sucedido. También he estado buscando otras cosas. Pero estas canciones hay que tocarlas. Quizás algún día dejemos de tocarlas, pero cómo no hacer Freak show, o Screaming love, o canciones así que son puramente mías. En el caso de Ni tú ni nadie, no soy el compositor, pero participé desde el primer momento, cuando empezó a tomar forma. Y así como Fangoria hizo un cover de Screaming Love en vivo, yo también puedo cantar Ni tú ni nadie. Es un homenaje a un momento maravilloso.

¿Cómo recuerdas esos años? Bueno, me acordé de muchas cosas buscando en YouTube. Porque en aquella época, en la televisión española, hacíamos mucha publicidad en programas musicales. Si miro atrás, para mí todo esto está bien. Estoy agradecido por todo lo que me ha pasado en la vida. Hasta la pelandrusca más grande que encontré en la calle me aportó algo. Es importante reconciliarse con la vida para afrontar la madurez. Como dijo Bette Davis, “envejecer no es para cobardes”.

En este proceso de reconciliación, ¿quedaron muchos asuntos pendientes? ¿Rencores? No identifico esto como resentimiento. Siempre he sido un nómada. Soy del pueblo del Bierzo, de la Villa de Bembibre. Y luego nos fuimos a vivir a León, donde comencé a tocar en orquestas. Posteriormente viví en Barcelona, ​​Valencia, Madrid o Berlín. Siempre he estado en movimiento. Y cuando llegué a Madrid o Berlín nadie me conocía. En esos momentos subes al escenario para que la gente se fije en ti, y es una forma de buscar no aprobación, sino autoestima. Con el paso de los años, tendrás que aceptar muchas cosas. El tiempo no lo cura todo, eres tú quien tiene que sanar. Y también está claro que pertenezco a una generación en la que las drogas dominaron. Quizás me quiten el baile, pero todo esto me ha llevado a una rehabilitación completa. Hace tiempo que no fumo, ni bebo, ni consumo drogas, ni me importa que tú lo hagas, aunque a mí me molesta el humo del tabaco. También viví situaciones como tener éxito con Rockstation y de repente Fábio toma un camino diferente. Es como si empezaras un negocio y alguien lo tirara a la basura. Pero llega un momento en el que es mejor aceptarlo. El resentimiento es inútil. Además, siempre he aplicado la máxima de que si hay un problema, es mío.

El caso de Rockstation es muy paradigmático. Un disco que enfrentó muchos obstáculos, que apenas pudo editarse en vivo y, sin embargo, se convirtió en objeto de adoración. ¿Existe justicia poética? La única justicia en la que creo, llámela karma, es que estoy aquí. Estoy vivo en el año 2024, 40 años después del lanzamiento de Deseo carnal, comencé a tocar en orquestas de baile. El hecho de que estemos vivos y con la cabeza más o menos tranquila es, en primer lugar, justicia. Pero también hay que trabajar. Rockstation, como todos los discos que hice con Fabio, lo hicimos para divertirnos. Y ese es el espíritu. Creo que Rockstation llegó en un momento en el que la sociedad española se estaba liberando. Salimos diciendo “maricón punto com” o “queriendo dos maricas muertos” y eso fue todo el paquete, porque éramos dos maricas que todos pensaban que estaban muertas. Y ahí nos quedamos, diciendo que éramos los más modernos, como siempre. Fue una reafirmación. A veces leo que me llaman la reina de los fuegos artificiales del pop patriótico, y eso me parece un poco frívolo. Estuve hablando mucho de esto con Fábio. Dijimos queers, pero también tenemos una cultura. Nos inspiramos en Alice Cooper o Mötley Crüe. Eran gays y también era punk. Lo importante era no censurarse. Y quizás por eso sigue siendo un álbum icónico.

¿Sigues en contacto con Fábio? Si si. Sigo en contacto con todos mis amigos, con todas las personas que formaron parte de mi vida. Pero sí, en junio estuve en la inauguración de la exposición de Fabio. Me río mucho con él.

¿Volver a Ni tú ni nadie es una cuestión de añoranza? Cero nostalgia. Lo único que extraño es celebrar la Navidad con mi familia cuando era niño, pero es una nostalgia sana, no una nostalgia por querer volver a hacerlo. Todo lo que he vivido me ha traído hasta aquí. Y a veces me llegan destellos, y algunos me marean. Porque, por supuesto, no estamos locos. Como adolescentes, experimentamos muchos cambios políticos y sociales. Esta España fue la que retrató The Peak. ¿Cómo puedo sentir nostalgia por ese cuadro? Tienes que vivir el momento. Y lo importante es que cuando les toqué mis nuevas canciones a amigos productores y músicos, me dijeron: “joder Luis, pensé que me ibas a enviar algo más relajado y suena como si fueras un chico de 16 años”. -viejo cantante.”

Cada uno logra su propio clasicismo. Sí, claro. Para la letra me inspiré en mis momentos de locura, fiestas, bailar hasta el amanecer y perderme. Puede que todavía esté perdido, pero no en este momento.

Siempre se ha definido como guitarrista. Mi madre decía que antes de hablar ya estaba cantando. Entonces mi hermana me regaló una guitarra, y esa guitarra causó estragos en mi vida, en el mejor sentido de la palabra. Y comencé a tocar la guitarra para acompañarme, porque quería cantar canciones de Raphael, Massiel. Pero fui autodidacta.

Y en este EP quiso volver a la guitarra. Al principio hice muchas canciones, algunas con ritmos electrónicos, y no me desagradaban. Pero quería intentarlo, divertirme. Otro detalle interesante es que nunca había grabado con batería. Deseo Carnal se grabó con batería electrónica y luego trabajamos mucho con la programación. Me encantan los sonidos electrónicos, pero la guitarra es mi arma, es lo único que me queda. Luis Miguélez es guitarrista. Luego canto mejor o peor, pero no me importa.

¿Cómo recuerdas haber grabado Deseo carnal? Como una maravilla. Fue una experiencia de aprendizaje. Entré en Alaska y Dinarama cuando Carlos Berlanga dejó el ejército y aportó algo nuevo. Tenía cuatro pistas y estábamos grabando ideas. Y tan pronto como empezamos a tocar las canciones en vivo, vimos que la gente reaccionó muy bien.

¿Siempre tuviste claro que sería un éxito? Siempre lo he tenido claro. La grabación fue muy interesante. Empezamos en febrero del 84 y yo siempre estaba en el estudio tanto como podía. Los demás, Carlos y Nacho, hicieron sus sesiones, grabaron y se fueron. Alaska y yo nos quedamos porque el productor era inglés y no podía estar solo. Estaba muy interesado en el proceso de grabación. Fueron días muy largos, y cuando nos fuimos llevé a Alaska y al productor en mi Mini, que era igual al de Marc Bolan, pero de diferente color.

Tu versión de Ni tú ni nadie sale el día 13 ¿La habéis mandado a Alaska y a Nacho Canut? No. Tampoco me enviaron la canción de Screaming Love, pero bueno, la canción ya fue lanzada y no cambié nada. Ellos son los autores, lo respeté todo y le puse todo mi cariño. No sé, me imagino que cuando hicieron Screaming Love también le pusieron un poquito de amor, pensando en mí o en Fábio, “pensando en ti las veinticuatro horas del día”. [canta la frase de Gritando amor]. Creo que te gustará.

Es la primera vez que grabas una versión de esta canción. He tocado en vivo una vez. Pero, como aquí si no tiras flores nadie te las tira, quiero señalar que en la versión de 1984 esa introducción de guitarra identifica perfectamente la canción y es la guitarra de Luis Miguélez de España, porque soy como Lola Flores. Son como diez segundos de guitarra, lo cual es una barbaridad. Ahora no puedes darte el lujo de una introducción tan larga porque la gente se salta canciones a menos que seas The Cure. Pero bueno, es una versión que hice con todo mi cariño. Y no soy el único que hacía covers, al igual que hay gente que versiona mis canciones. Quién sabe, tal vez algún día haga una versión de All This Is Music. [la canción con que Serafín Zubiri compitió en Eurovisión en 1992, compuesta por Miguélez]como una balada de rock, como Bon Jovi. Todavía cae.

El artista berciano en una imagen de la sesión promocional de lanzamiento de Cosas Raras, el primer EP de Estúdio Miguelez.Mista

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