Omar Ayuso: “Entre los 17 y los 20 años construyes tu identidad adulta, pero la fama se lo tragó todo” | ICONO
Aviso a los frikis de la limpieza: Omar Ayuso (26 años, Madrid) es de los que pone énfasis en los libros. “La lectura es un acto muy íntimo. Si en mi intimidad no tengo libertad para garabatear, escribir, ensuciar y subrayar, ¡dímelo tú!”, se defiende. El libro que está leyendo (y subrayando) en el momento de la entrevista es Light Years (1975), de James Salter, la historia de la decadencia de un matrimonio estadounidense en las afueras de Nueva York. Sus lecturas anteriores, de las que comparte frecuentemente fragmentos en Instagram rigurosamente resaltados a bolígrafo, sugieren que Ayuso puede estar tras la pista de lo que llaman la Gran Novela Americana. O, más simplemente, sobre ti mismo: “Estoy releyendo libros que leí cuando tenía 16 o 18 años y es muy bonito ver lo que destaqué entonces, comparado con lo que destaco ahora”.
Eso sí, el actor debió destacar muchos párrafos de Yo, adicto: una historia personal de dependencia y reconciliación (Paidós, 2021), un libro en el que el ex publicista, director y guionista Javier Giner describió la lucha contra su adicción al alcohol y la cocaína. , cuya adaptación televisiva, titulada simplemente Yo, adicto, llegó a Disney+ el 30 de octubre. Con Giner como cocreador junto a Aitor Gabilondo, el reparto de la serie está liderado por Oriol Pla y cuenta con Omar Ayuso en el cuarto de los seis capítulos. Que nadie le desprecie por ser un personaje episódico: Ayuso declaró en su presentación en el Festival de San Sebastián que se trataba de uno de los proyectos más importantes de su vida. “No es necesario ser adicto a nada para conectar con lo que dice. Realmente me conecto con haber vivido un proceso de reconciliación conmigo mismo después de un tiempo de confusión, desorden y destrucción de todo lo que me rodea, con haber lastimado a personas que amo. Creo que hace un hermoso trabajo al dignificar el dolor humano y lo que significa estar quebrantado”, explica.
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“Aunque comienza como una historia del proceso de desintoxicación de Javi, a medida que pasan los capítulos empieza a convertirse en un espejo en el que cualquiera puede verse reflejado. Vivir duele, vivir mucho duele y todos hemos desarrollado técnicas para sufrir lo menos posible, para no sentir”. Para Ayuso, que desde su salto a la fama con Élite (2018) a través de Netflix se ha dedicado más a proyectos pequeños e independientes que a producciones comerciales de alto perfil, la existencia de una serie como Yo, adicto es una anomalía, “porque nadie quiere mirar allí. “Hay tantos proyectos que no son importantes y que hablan de cosas que no son importantes…”, lamenta. “Pensar que una serie o una película puede ayudar a alguien a sobrevivir o vivir mejor me parece profundamente apasionante. “Hay historias que me salvaron”. Por ejemplo, las de su ídolo Pedro Almodóvar, a quien finalmente conoció el pasado mes de septiembre con motivo del Premio Donostia.
“Fue muy emocionante. Estaba muy nervioso. Es la persona que más admiro en el mundo, Pedro Almodóvar cambió mi vida. La primera persona que me introdujo en el cine tal como lo entiendo hoy fue él. Fue genial que viniera a la proyección de Yo, Adicto”. ¿Te contó algo sobre su interpretación? “¡No llegó al cuarto capítulo! Es una locura, los mostraron todos en secuencia”, se disculpa. “Lo increíble es que había gente que no se levantaba ni siquiera para orinar”.
El actor posa vestido de Edward Cuming.Ángela Suárez
En Yo, adicto, Omar Ayuso interpreta a Iker, un actor que, obligado por su representante, ingresa en la misma clínica donde se rehabilita Javier Giner, después de haber triunfado y obtenido millones de seguidores gracias a una serie de popularidad internacional. Ayuso sabe algo de la difícil gestión del éxito repentino, por eso colaboró con Giner en la creación del personaje: “Javi y yo somos muy amigos desde hace tres años. Llega en un momento muy especial de mi vida, donde tu amistad, tus libros y tu experiencia me ayudan mucho. Escribió el artículo pensando en mí y estuve presente durante todo el proceso, leyendo y contribuyendo”. Aunque viendo la serie pueda dar la impresión de que Iker representa a un conocido actor con el que Giner coincidió en desintoxicación en 2009, el personaje no aparece en el libro. “Es un personaje de Frankenstein, no está basado en una persona real específica, sino que está compuesto de historias reales de diferentes personas. Al final hay todo un imaginario adquirido con los años en la profesión”.
Adicto, entre otras cosas, a la práctica del chemsex (relaciones sexuales bajo los efectos de drogas), Iker no es tanto un retrato del sindicato, sino de las miserias de la industria: el personaje fue víctima de abusos por parte de un productor y critica el énfasis puesto en las sustancias en lugar de denunciar “la epidemia de poder y abuso gay”. “Habla de una estructura enferma que existe en la industria, pero no sólo en el sector audiovisual”, afirma Ayuso. “Es el neoliberalismo el que aprieta a la gente y, cuando ya no les queda ni una gota, los tira a la cuneta. En audiovisual existe porque existe en todo el sistema”.
En los años que Ayuso ha estado en primera línea, el actor ha sido transparente sobre sus problemas a la hora de abordar y procesar lo que ha provocado el fenómeno Élite, la hiperexposición, el escrutinio constante y la toxicidad en las redes sociales. Toda la noche para un chico que acaba de cumplir 18 años y que todavía está aprendiendo a afrontar la situación mediante la “terapia del pico y la pala”. “Creo que entre los 17 y los 20 años es cuando construyes tu identidad adulta. Para mí, la fama en esos años se lo tragó todo. Construí una identidad adulta basada en la fama. Ahora estoy empezando a separar mi identidad real de la famosa. Es difícil, porque inconscientemente creo que eso es todo lo que soy, y no lo soy. “Yo soy todo lo demás”.
Ayuso utiliza Guess.Ángela Suárez
“Si ya es difícil saber cómo te ves, conociéndote a través de los ojos de los demás, condicionado por los ojos de los demás, incluso si lo que entiendes por los ojos de los demás es la visión distorsionada que tienes de ti mismo, es un caos. ”, argumenta el actor. Omar Ayuso asegura vivir actualmente “muy cerca de la paz mental”, y quizás por eso este año aceptó volver al ojo del huracán para la temporada de despedida de Élite, la octava, lanzada el pasado verano. Sin embargo, no parece entusiasmado por hablar de la serie en la que, de todo el reparto principal, tiene más presencia. “El regreso fue un paso más en el proceso de reconciliación del que les hablé. Fue un regreso muy suave, como volver a casa, con el equipo de siempre, y cerrar el proyecto. Pero poco más”, resuelve.
Omar, como también lo llamaban en la serie de Netflix, fue celebrado como una de las pocas referencias a la ficción homosexual en el mundo musulmán. El personaje también tenía ascendencia palestina y Ayuso ha apoyado igualmente a las personas que retrató en la pantalla, participando en manifestaciones y pidiendo en línea un alto el fuego debido a los ataques de Israel en la Franja de Gaza. “Pero eso no es lo que me conecta con lo que está pasando, sino con mi propia sensibilidad. “No necesito haber interpretado a un personaje palestino para sentir este horror”, aclara rápidamente. “Cuando doy voz a lo que está sucediendo en Palestina, Siria y el Líbano, sólo estoy siendo coherente con lo que es importante para mí”.
Omar Ayuso posa para ICON con abrigo y pantalón de Etro.Ángela Suárez
Durante la entrevista, Omar Ayuso conjuga 17 veces el verbo “conectar”. No es trivial. El intérprete suele hablar de la necesidad de conectar con el momento o con uno mismo, a nivel personal y profesional. La lectura le ayuda cuando se disocia, dice. Por eso también se involucra en proyectos que realmente le interesan o a los que realmente puede dedicarse. Lo que más le conecta con su profesión “en el mundo” es el teatro. El año pasado completó una gira con Toni Acosta por escenarios de toda España interpretando The Hidden Sound, de Adam Rapp, y al final sintió “un vacío importante”. “No hay nada más bonito que despertarse un viernes, coger el tren a Chamartín e ir a Huesca”, proclama. “La relación con el público en el teatro es muy normal, muy tranquila y muy orgánica”. Próximamente, Ayuso volverá a llenar ese vacío con una obra cuyos ensayos ya han comenzado, aunque no puede anunciar nada todavía.
Después de Yo, adicto, el actor tiene pendiente de estrenar otra serie con Atresmedia, Mariliendre, un musical sobre “maricones y mariliendres en el Madrid de los dos mil”, según sus palabras. Aunque anuncia que no cantará mucho. “Yo canto cuando todos cantamos, algunos estribillos, algunas pequeñas frases. Sí, baila, pierna arriba y abajo. Teníamos un equipo muy talentoso de coreógrafos y producción musical. Esto rara vez sucede, pero es una buena señal ver que la gente está entusiasmada durante el rodaje, que el equipo está emocionado durante el rodaje”, afirma. También tiene en cartera una película suiza, Les Paradis De Diane, que ya ha empezado a proyectarse en festivales. La película, afirma el actor, se rodó en Benidorm hace seis años. “Cosas de películas independientes”, explica.
Fuera del ámbito del cine independiente y rozando el cine de guerrilla se encuentra On The Go, película de 2023 en la que actuó a las órdenes de Julia de Castro y María Gisèle Royo, que se queda sin distribución comercial. Se trata nada menos que de un remake feminista y queer de Running of Joy (1982), la brillante comedia erótica de carretera de uno de los directores más libres e inclasificables del cine español, Gonzalo García-Pelayo. En esta nueva versión, Omar Ayuso también hace de adicto: en Grindr, la plataforma de citas LGTBIQ+. “Julia y María, que son dos jabalíes, lo que hicieron fue repartirlo ellas mismas. Se pasaron todo el verano viajando por España en su coche, como Pedro Sánchez, yendo a pequeños cines de verano, cines de barrio, auditorios y festivales. Es admirable. Si el sistema no te da un lugar, el lugar lo quitas de donde esté”, celebra, al tiempo que reconoce su frustración por “el poco espacio para el riesgo y la excesiva confianza en la fórmula” dentro del panorama audiovisual. “Espero que alguna plataforma entienda esto. En el futuro podría ser una película de culto”.
Dirigida por: Jorge Ariza. Maquillaje y peluquería: Amparo Sánchez. Asistente de fotografía: Lucas Martín. Asistente de producción: Pau Mart.
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